Cuando leí la bibliografía referente a rúbricas, la primera
cuestión que me vino a la mente fue que los textos hacían demasiado foco en las
fortalezas o ventajas de las rúbricas y no tenían en cuenta sus debilidades o
desventajas.
Venía ya comentando que, desde el Taller, nos ocurre que a nivel de cátedra existe una especie de grilla (no exactamente una rúbrica, pero una herramienta similar) para orientar a los estudiantes a la hora de realizar devoluciones sobre textos a sus pares. En nuestra comisión no solemos usarla ya que lo que tiende a generar
es que los estudiantes evalúen “completando el cuadrito”. De esta manera, por
un lado, pierden la visión global del texto y, por otro lado, no ponen su devolución en palabras.
Creo que redactar un buen comentario a un texto presenta
desafíos para todos: tenemos que pensar qué decir y cómo decirlo: tenemos un
cuidado en la forma en la que interpelamos al otro, habitualmente se empieza
por señalar las fortalezas del texto, mientras que las dificultades suelen presentarse
en el formato de interrogantes, se sugieren lecturas, etc. Todo eso se pierde
cuando uno simplemente completa una grilla.
Por otro lado, como bien me comentaba Javier, la pertinencia
del uso de una determinada rúbrica depende de los objetivos que nos planteemos
a la hora de evaluar. En este caso, creo la principal dificultad es que la grilla propuesta hace demasiado foco en cuestiones
de la superficie textual (coherencia, ortografía, puntuación) que, si bien son
importantes y necesarias, no son lo principal que miramos en el taller, porque
en algún puesto se lo da por hecho. Por supuesto, existen estudiantes que
tienen problemas con estas cuestiones y en ese caso, se les sugiere que revisen
la normativa, refuercen la revisión del texto, pidan ayuda a compañeros más
expertos, etc. Pero no explicamos normativa en el taller. Y sí, en cambio nos
vas a interesar mucho más mirar cuestiones como la construcción del enunciador o
del tono en el texto, el manejo de la intertextualidad, en fin, aspectos que
van más allá de la escritura de un texto “correcto”.
Sin embargo, creo que las rúbricas presentan dos características
interesantes. Por un lado, obligan al docente a hacer un ejercicio
metacognitivo (¿o “metaevaluativo”?), al obligarnos a reflexionar y a poner en
palabras cómo evaluamos y qué criterios tomamos en cuenta. Y, a la vez, hacen
explícitos estos criterios a los estudiantes, ayudándolos a producir mejores
trabajos en la medida en que se clarifica qué
constituye un buen trabajo para su docente.
Ya que la grilla que actualmente tenemos en taller no
refleja nuestros criterios de evaluación, pienso que podríamos proponer a la
comisión el ejercicio de construir entre todos, colaborativamente, una rúbrica
que dé cuenta de los aspectos que tenemos en cuenta al evaluar un texto. Creo
que sería una actividad interesante desde el punto de vista metacognitivo, que
serviría para que todos alinéaramos nuestras expectativas acerca de qué cuestiones
contemplar al redactar un comentario o una devolución.
Es muy buena la conclusión a la cual estás arribando, es probable que la "mirada" sobre qué es relevante o no evaluar (que luego se transforma en criterios) difiera al interior de la cátedra. Va a ser un lindo desafío ese debate.
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