Empiezo a escribir y pienso que este posteo necesariamente dialoga con el que escribí hace unas semanas acercade cómo evaluamos en Taller 1.
Dado que en la materia apelamos a
carpetas tipo portfolio y trabajo por proyectos, uno de los principales
factores que miramos es el proceso transitado por cada estudiante durante el
año, el trabajo que ha logrado hacer en relación a sus dificultades y su conciencia
de las operaciones metalingüísticas y metacognitivas que pone en juego al
escribir. También valoramos la asistencia a clases, la participación activa (en
el ámbito presencial y en los entornos virtuales) y el involucramiento de cada
uno a la hora de leer y comentar productivamente los textos de los demás (entendiendo
así la capacidad de resaltar fortalezas y debilidades de los textos, de un modo
que pueda ayudar y orientar a su autor en la tarea de reescritura).
Por ende, no evaluamos solo los
textos entregados, sino todo el proceso que pone en juego el estudiante al
escribir y reescribir. En cuanto a los textos en sí, puede resultar orientadora
la grilla existente a nivel de la cátedra, elaborada para orientar la edición colaborativa entre pares. No creo que la tabla enumere todo lo que se toma en
cuenta al evaluar, sin embargo. Más allá de las cuestiones de superficie,
tenemos muy presentes aspectos como la construcción del tono, los recursos
expresivos que se ponen en juego (y la posibilidad de innovar y experimentar
con ellos), las características enunciativas del texto construido, etc.
Con respecto a los procesos transitados,
son muy distintos de estudiante en estudiante, como también lo es la situación
inicial de la que parten al comenzar el taller. Por eso, comentaba que nos
enfocamos en el trabajo que realiza cada uno durante el año, para mirar su
proceso individual y comparar la
situación final a la que ha arribado con su punto de partida. De esta manera,
no siempre quienes escriben mejor tienen las mejores calificaciones, porque quizás
se han mostrado resistentes a retrabajar los textos o revisar sus áreas de
dificultad, y así, sus trabajos se estancan, y/o dan cuenta de una mirada poco
crítica de sus procesos de escritura. Y también, en alguna medida, comparamos a
los estudiantes entre sí, aunque esto resulta más complejo (en general, tenemos
a comparar a aquellos que tienen modos de trabajar o dificultades semejantes). Por lo tanto, hay mucho de comparación en la evaluación (de los
diferentes trabajos de un mismo alumno, y de los de diferentes estudiantes ante
la misma consigna).
Quienes coordinamos el taller
somos dos: la profesora titular de la comisión y su ayudante. Cada vez que
tenemos que definir calificaciones, nos reunimos –previa lectura de los
trabajos y escritura de anotaciones al respecto—y hacemos este ejercicio
comparativo de modo conjunto: debatimos, armamos tablas con calificaciones para
cada estudiante, hasta llegar a la nota final.
Hola Emilia!
ResponderEliminarMuy bueno tu post! Sobre todo esa sensación que comparto de que dialoga con el de hace unas semanas... Me pasó lo mismo y de hecho temí ser repetitiva o malinterpretar (ahora o antes) la consigna.
Qué interesante lo que planteás sobre que no siempre el que mejor escribe tiene la mejor nota ya que se resiste (?) a retrabajar o revisar dificultados lo que evidencia poca autocrítica.
En un corso de química a veces es más difícil hacer este seguimiento, pero lo intento tanto como puedo. Tal vez sea momento de que piense nuevas estrategias al respecto.
Saludos!
Caro
Hola Emilia, traslado una pregunta que me hicieron a mí: ¿hay desaprobados? A mí me pasa, con casos muy puntuales, que tengo que desaprobar a alguien pues no logra alcanzar lo que le solicitamos. Antes de desaprobarlo, hay múltiples instancias en la cual busco trabajar de distintas formas los contenidos y provocar algunas reflexiones, pero no siempre lo logro que la persona haga el "click". ¿Cómo es el caso de ustedes?
ResponderEliminarHola, Javier,
ResponderEliminarDesde que yo estoy en Taller, nunca tuvimos desaprobados, pero si casos de abandono de la materia. En una asignatura que es anual y donde hay trabajos todas las semanas, cuando un alumno se excede con las inasistencias, no tiene sus trabajos al día o se atrasa muy fuertemente (ya que en el taller no queda otra que hacer un seguimiento clase a clase), en general deja la materia o, si ha llegado a un punto en que no va a poder ponerse al día, le sugerimos que recurse.
En general esos abandonos se dan hasta la primera mitad del año, en algunos casos tras las vacaciones de invierno, cuando los estudiantes, por ejemplo, arrancan el segundo cuatrimestre sin haber siquiera empezado sus proyectos narrativos.
En cambio, si al estudiante le cuesta mucho escribir pero trabaja y está al día, en general vemos un crecimiento grande durante el año y, justamente porque evaluamos este aprendizaje, suelen llegar al 6 hacia diciembre y promocionar. En última instancia, si su nota es de 4 o 5, quedan en "condición transitoria" , debiendo presentar en febrero algunos textos revisados, y realizar algún ejercicio de escritura presencial.
Saludos,
Emilia
Es interesante lo que narras, pues veo muchas coincidencias con lo que me pasa a mí. Casi diría que es el proceso el que va marcando la cuestión. Sería interesante pensar cómo propuestas parecidas llevan a procesos que también tienen coincidencias.
EliminarHola Emilia:
ResponderEliminarMe resultó muy interesante para "revisar" y "valorar" los procesos de los alumnos, el apéndice "utilitarios" (grilla de registros) que presentan, es exhaustiva.
Coincido en que no siempre quienes tienen un desempeño acertado, tienen las mejores calificaciones, porque quizás se muestran resistentes a retrabajar o profundizar sus trabajos. Es más, muchas veces, los propios alumnos quieren hacer jugar el factor de la entrega a tiempo por sobre las re-entegas, mejor trabajadas, que lograron poner en juego más habilidades cognitivas...
Como vos, también creo que los docentes usamos la comparación cuando evaluamos. Así comparamos: los diferentes trabajos de un mismo alumno, los de diferentes estudiantes ante la misma consigna, y -no perdamos de vista- los distintos trabajos de los alumnos con respecto a nuestras expectativas, tanto las que construimos a partir de nuestras propias valoraciones sobre qué es más relevante, más original, más significativo de nuestra propuesta; como las que generamos sobre nuestros alumnos.
La idea de trabajar en pareja pedagógica sin duda reflejaría un trabajo más enriquecedor al momento de definir las calificaciones de un alumno; el desempeño nuestro durante la cursada; lo que se logró y lo que no; qué se podría haber propiciado...